miércoles, 20 de octubre de 2010

6. EVELYN

No lo entiendo, de verdad que no lo entiendo... ¿Soy la única que tiene un par de dedos de frente aquí? En serio, ¿ninguna se da cuenta de lo que hace Lucas?
Estoy empezando a plantearme abrir una tienda de baberos en el instituto, seguro que me forro, principalmente porque todas babean por él o se quedan tan embelesadas mirándolo que se les cae la comida encima.
Una de dos, o yo soy muy lista o el resto demasiado inocentes... ¿Por qué siguen deseando que se les acerque si saben que es un rompecorazones que nunca tendrá una relación seria y solo sabe hacer daño? ¡Os utiliza, joder!
Bah, no voy a rayarme más. Estoy malgastando tiempo en intentar dar solución a una pregunta con una pregunta muy sencilla: Las hormonas los dominan.
¡Anda! Hablando del rey de Roma, que por la puerta del comedor asoma.

-         Tía, cierra la boca, que se te va a desencajar la mandíbula. – Le advierto a Marina.
-         Pero ¿has visto lo guapísimo que viene hoy? – Madre mía, ¿por qué siempre dice lo mismo?
-         Oh, sí, viene tan... Uf... ¿cómo expresarlo? – Me pongo la mano en la boca, como si estuviera apunto de vomitar.
-         ¿Cómo no puede gustarte Lucas? – Bufa. 
-         ¿Cómo puede gustaros a todas? – Contraataco.
-         A ver, si nos gusta a todas menos a ti, será porque la que está equivocada eres tú, Eve. – Cuando dice eso, me río.
-         Buena lógica, lástima que no piense igual que el resto.
-         Eres rara. – Pone los ojos en blanco.
-         Gracias. – Le sonrío exageradamente.
-         No, en serio, ¿Lo has mirado bien? Hazlo. – Me pide.

Suspiro y dirijo mis ojos hacia él, solamente para no tener que oír las quejas de Marina. Vale, ¿qué se supone que tengo que ver? Sí, admito que el chico no está nada mal; pero sigo sin encontrar el motivo por el que adorarlo como a un Dios. Es estúpido, egocéntrico, se aprovecha de las chicas, las usa y las deja, además de maleducado y chulo. Oh, mierda, se acaba de dar cuenta de que lo estoy observando. Me mira atentamente. Muy bien, le pongo cara de asco y vuelvo a mi comida.

-         Listo. ¿Algo más? – Le pregunto a Marina, volviéndome hacia ella.
-         ¿Qué dices ahora, Evelyn? - Arg, no me gusta que me llame así, suena a niña tonta, prefiero "Eve".
-         Que me da más asco todavía. – Ella alza las cejas - ¿Qué esperabas?
-         Pero... Dios, eres MUY rara. – Me señala con el tenedor.
-         Bueno, mejor para ti. Una menos contra la que luchar para conseguirlo, ¿no? – Me río.
-         Supongo que sí. – Se ríe ella también.
-         Bueno, quiero ir al baño antes de entrar a clase, así que me voy yendo ya. – Le sonrío – Hasta luego, señorita común.
-         Hasta luego, señorita rara.

Me levanto y me acerco a dejar la bandeja. Joder, qué patosa soy, ¿por qué siempre se me tiene que caer algo? Me paro en seco para coger la servilleta. ¡POM!

-         ¡Oye! ¿Podrías mirar por dónde vas? – Le grito al que se ha chocado conmigo.
-         Lo siento, lo siento. – Se disculpa rápidamente, cogiendo mi bandeja y alargando su mano para ayudarme.
-         Deja, ya sé yo solita. – Le respondo de malas maneras.
-         De verdad que lo siento, es que tenía prisa. ¿Te has hecho daño? – Me pregunta con tono preocupado.
-         ¿Te crees que soy una blandengue? – Le recrimino mientras alzo la vista para mirarlo con odio.

Pero no puedo hacerlo. Dios, qué ojos. Son tan verdes, tan intensos... Y parece que está disculpándose sinceramente.

-         Eh... Bueno, no te preocupes. En realidad, he sido yo la que se ha parado de golpe. – Va a decirme algo, pero le interrumpo - ¿No tenías prisa por algo?
-         Ah, sí, sí. – Me devuelve la bandeja – Lo siento, de veras.

Y se va corriendo.

C.

sábado, 16 de octubre de 2010

5. LUCAS

Parece que a Kevin le va bien. Lo primero son los besos, después viene lo mejor. Claro que las chicas siempre lo quieren todo lento y tal, así que el pobre no habrá tenido la oportunidad aún. En cambio yo... Puf, qué fiera la chica esta. A primera vista crees que es tonta, después se nota que ha practicado bastante, por no decir que no sabe hacer otra cosa.
Voy hacia la cocina, riéndome de mi propio chiste, cuando me encuentro con mi madre guardando la compra en la nevera. Me mira de arriba abajo antes de añadir:

-         Hijo, podrías ponerte camisetas de vez en cuando... Son esos trozos de tela que guardas en el armario, ¿sabes?
-         Pero mamá, fíjate en el pedazo de hombre que has creado, ¿de verdad crees que es justo no enseñárselo al resto del mundo? – Me río.
-         Ya... – Pone los ojos en blanco. – Creo que debería hablar contigo.
-         ¿Sobre qué? – Le pregunto cogiendo un cartón de leche y pegando un trago.
-         Lo primero es que no hagas más eso. – Me quita el cartón y añade – Cerdo.
-         Vale. – Cojo un vaso - ¿Mejor así?
-         Mucho mejor. – Sonríe, triunfante. – Lo segundo es... bueno... sobre sexo.
-         Está bien. – Dejo el vaso sobre la encimera y la miro, muy serio. - ¿Qué quieres saber? Yo te puedo dar truquitos y hay algunas posturas bastante buenas que... – Me río ante la cara de pasmada de mi madre.
-         A mí no me vaciles, niño. – Me advierte con el dedo – Estoy hablando en serio.
-         Y yo. – Vuelvo a reírme – Mamá, de verdad, creo que esta charla no es necesaria a estas alturas.
-         Lo sé. Ese es el problema, eres muy joven y ya tienes bastante “experiencia”... – Sonrío exageradamente, orgulloso – Al menos, utilizarás siempre protección, ¿no?
-         Claro, eso siempre. No quiero pillar nada raro y aún es pronto para que me sustituya un mini Lucas. – Hago una mueca – Relájate, mamá.
-         Me gustaría que a partir de ahora, si lo vas a hacer en casa, avisaras. Es muy incómodo llegar y encontrarte con este tipo de situaciones.
-         ¿Me estás hablando en serio? ¿Quieres que te envíe un mensaje o algo así? – No puede ser verdad, será una broma, ¿no?
-         No, tampoco es eso. Yo que sé, una señal como por ejemplo dejarte las llaves puestas por dentro, así sobre entiendo que es mejor no entrar.
-         Está bien, está bien. Lo haré. – Cojo un paquete de galletas - ¿Algo más?
-         No, supongo que no. Ya tienes la edad suficiente para saber lo que haces. Por cierto, ¿esa chica tan guapa es tu novia?
-         No, mamá.  Es un ligue, simplemente. – Y me marcho antes de que siga con el interrogatorio.
-         Menos mal, tenía una carita de pava... – Susurra, aunque puedo oírla.

Bueno, supongo que este tipo de charlas la tienen todos los adolescentes alguna vez en su vida. Aunque realmente yo no esperaba que fuera ahora. En fin...
Enciendo el ordenador y me conecto al messenger. A ver, ¿quién hay? ¡Tirirín! Ventanita naranja. Joder, no me ha dado tiempo ni a mirar. ¡Tirirín! Otra. Y otra más.

-         Tío, ¿qué haces?
-         Hola, Kevin. Nada, comiendo galletas y pasando de dos o tres chicas que no paran de saludarme.
-         Joder, tan solicitado como siempre. ;)
-         ¿Y tú qué?
-         Yo liado con un proyecto para... bueno, un trabajo.
-         ¿Qué trabajo?
-         Oye, ¿al final qué vas a hacer para tu cumpleaños, colega? – Cambia de tema repentinamente.
-         Ostia, es verdad, es este fin de semana. – Mierda, no me había acordado.
-         Claro. Vaya memoria que tienes, hijo. Te recuerdo que cumples 18, por si no te acordabas ni de eso.
-         Joder, es que ni lo he pensado. Bueno, haré un fiesta, evidentemente. Pero tengo que planearlo, ¿me ayudarás?
-         Sí, claro que sí. Pero con la condición de que yo elijo lo que hay para comer, ¿eh? – Me río recordando que el año pasado la eligió mi madre y fue un desastre.
-         Vale, vale, no hay problema en eso. ¿Dónde haremos la fiesta, tío? En mi casa no puedo, mi madre me lo prohibió después de la del año pasado.
-         Buf, la del año pasado fue brutal.
-         Este año será incluso mejor.
-         Legendaria.
-         Ahí le has dado, colega. Bueno, ¿cuánto tiempo tenemos para planearlo?
-         Tres días. Hoy es martes, así que... Tenemos que darnos prisa.
-         Está bien. Mira, yo me encargo del sitio, la bebida y las invitaciones; tú encárgate de la comida y la música. ¿Qué te parece?
-         Perfecto. Bueno, voy a empezar con la faena, mañana hablamos, ¿vale?
-         Venga. Hasta mañana, Kevin.

Cierro el messenger, sin ni siquiera hablar al resto de personas, ahora tengo bastante lío. ¿Dónde coño voy a encontrar un sitio para celebrar mi cumpleaños a estas alturas?

C.

miércoles, 13 de octubre de 2010

4. KEVIN

-         ¿Estás cómoda?
-         Sí, tu sofá es muy blandito. – Sonríe.
-         Bueno, dime, ¿en qué quieres que te ayude? – Le pregunto pasando mi brazo por encima de sus hombros.
-         Pues... en todo. No sé nada, soy un desastre en historia. – Me explica.
-         Bien, pues pásame el libro y empiezo.
-         ¿El libro? No me lo he traído. – Se ríe – Prefiero una clase más práctica.

De repente, se acerca a mí y me besa, primero suave, luego aumentando la intensidad. Yo le sigo el beso, mientras me voy echando hacia atrás para que ella quede encima mía. Dios, qué directa ha sido, ¿no? Se ve que no le gusta dar muchos rodeos. Me quita la camiseta y sigue besándome. Uf, está empezando a subir mi temperatura corporal. Sus manos empiezan a desabrocharme el pantalón. Andrea... ¿Andrea? ¿Por qué pienso  ahora en ella? Si la que está encima mía es Lidia. ¿Qué coño me pasa?

-         Espera, para, Lidia.
-         ¿Qué? – Se desconcierta.
-         No puedo. – La cojo por la cintura y la separo de mi.

Me incorporo , quedándome sentado en el sofá y apoyando la cabeza entre mis manos. Dios, tengo a Lidia, una chica que está muy buena, en mi sofá y con ganas de tema y resulta que mi conciencia no me deja en paz. ¿Por qué me viene la imagen de Andrea? Joder, ya sé que me gusta muchísimo y que me encantaría que fuera ella la que estuviera en el sofá conmigo; pero ¿justo ahora tengo que dejar pasar esta oportunidad? ¡Mierda!

-         ¿Estás bien, Kevin? – Me pregunta Lidia, poniéndome la mano en el hombro.
-         No, no me encuentro bien. Lo siento, Lidia, pero será mejor que te vayas a casa... – Le respondo en susurros.
-         ¿Seguro? Es decir, si quieres llamo al médico o algo...
-         No, no. De verdad, no te preocupes, solo necesito descansar. – Me levanto y la acompaño hasta la puerta.

Antes de cerrarla, ella me mira dudosa. Me despido con un “hasta mañana” y una sonrisa. ¿¡Estoy loco!? ¿Qué me ha pasado? ¿De verdad acabo de dejar la oportunidad de acostarme con Lidia? Dios, soy estúpido. Resulta que sé que no puedo tener a Andrea; pero ahora tampoco puedo concentrarme en otras.
Joder, esto de enamorarse es una mierda.
¿Mariposas en el estómago? ¡También lo siento cuando me subo a una montaña rusa! ¿Cara de zombi sonriente? ¡También puedo estarlo cuando me acuesto con una tía! ¿No poder pensar en otras cosas? ¡Eso siempre! No necesito estar enamorado para sentir todas esas cosas, joder.
¡Bip! ¿Quién coño me envía un mensaje ahora?

“Tío, acabo de echar un buen polvo. Resulta que mi vieja casi me pilla y eso ha sido lo mejor. ¿Tú qué tal con Lidia? Espero no haber interrumpido nada ;)”

Lucas. Es muy oportuno este chico. ¿Por qué él siempre consigue lo que quiere, joder? Bueno, en realidad antes yo también lo conseguía... hasta que apareció Andrea. Ahora resulta que no puedo hacer nada sin pensar en ella. Puf, qué asco. Me gustaría estar como Lucas y poder hacer lo que quisiera. Lo peor es que ella no da señales de sentir lo mismo que yo y eso... eso duele y mucho.

“¿Qué dices, tío? ¿Casi te pilla? Joder... Y con Lidia, bueno, al final nada. Nos hemos liado, simplemente.”

Enviado. Bah, voy a dejar de rayarme. Tarde o temprano, tengo que hablar con Andrea, esto no puede seguir así. De todas maneras, si sale mal y me dice que no, ya podré empezar a olvidarla. O al menos intentarlo.

C.

martes, 12 de octubre de 2010

3. LUCAS

-         Hola... eh... – Mierda, sigo sin recordar su nombre. – Llevo esperándote un rato. 
-         ¡Hola, Lucas! No pensé que me esperarías al terminar el instituto, lo siento. – Se le dibuja una sonrisa en la cara.
-         Bueno, es que me apetecía estar contigo, fuera de esta cárcel. – Le señalo el instituto con la cabeza.

Ella suelta una risita tonta. Comenzamos a andar hacia mi casa mientras le hablo de cosas  irrelevantes, como si vio la película que echaron anoche en la televisión o que me gustaban mucho sus zapatos (eso siempre les hace ilusión a las chicas).
Cuando llegamos le abro la puerta y hago una reverencia.
-         Las señoritas primero. – Recito.

Dios, qué culo. Estoy deseando arrancarle esos vaqueros.

-         ¿Quieres algo de beber o comer? – Le pregunto.
-         No, gracias. Estoy a dieta. - ¿Qué? ¿Dieta?
-         Ah, vale. – Le sonrío – Bueno, pues entonces te enseñaré la casa.

La cojo de la mano y la conduzco hasta el salón. Le indico que se siente en el sofá y, mientras lo hace, cojo una guitarra que hay apoyada en una mesa. Entonces empiezo a tocar una melodía, sin letra; pero es de las típicas que les encanta a las chicas. Cuando termino y dejo la guitarra en su sitio, instantáneamente ella se abalanza sobre mí y comienza a besarme. Bien, esa era exactamente la reacción que esperaba. Aún así, delicadamente la separo de mí, para desconcertarla.
La cojo de la mano y la llevo al piso de arriba.

-         ¿Te ha gustado la melodía?
-         Sí, ha sido preciosa. – Le sonrío.
-         Bueno, esta es mi habitación. – Le digo mientras abro la puerta.

Ella entra y comienza a observar todo. Yo cierro la puerta tras de mí, sigilosamente. Me acerco por detrás y le doy un beso suave en el cuello. Ella ríe y se da la vuelta, siguiendo el beso en mis labios. Comienzo quitándome la camiseta. La cojo por el culo y la pego a mí, besándola más intensamente. De repente, caemos los dos sobre mi cama (qué casualidad, ¿eh?) y la cosa se va poniendo cada vez más caliente.
-         ¿Te parece este un lugar más apropiado, cielo? – Le pregunto dulcemente.
-         Sí, sí... – Se quita la camiseta.

Ay, Dios, qué buena está. Uf. Seguimos besándonos. Noto que sus manos han ido hacia el botón de mi pantalón y está desabrochándomelo. Yo hago lo mismo con el suyo y se lo quito de un tirón. ¡Sí, sí, toma! ¡Lleva tanga! Si no fuera porque estoy liado con esto, me ponía a hacer un bailecito. La observo y sonrío curvando una de las comisuras de mis labios. Ella se muerde el labio. Madre mía...
Empiezo a besarla por todo el cuerpo, comenzando por su cuello y bajando por su pecho hasta llegar a su tripa. Mientras, ella me acaricia la espalda.
Bien, ahora toca que me enseñes tus atributos, nena. Pienso eso y a la vez dirijo mis manos a la parte de atrás de su sujetador. Lo desabrocho, algo demasiado fácil para un chico con tanta práctica como yo. Vaya, llevaba sujetador de relleno... Pero bueno, incluso así está bien dotada. Jugueteo un poco con sus pechos y la
beso. Alargo mi mano hacía la mesita de noche, sin dejar de besarla y abro el cajón, buscando un condón.
De repente, tocan la puerta.

-         Lucas, ¿está ahí? - ¡Joder!
-         Sí, mamá. – Respondo, tapando la boca de la chica.
-         ¿Estás solo? – Trago saliva.
-         Estoy... estoy ocupado. – Me limito a responder.
-         Ah. Entiendo. Pues ten “cuidado”, ¿entendido? No quiero sorpresas después.
-         ¡Mamá! – Mierda, ¿por qué lo sabe todo?
-         Tranquilo, me voy a comprar. Os dejo solos. - Buf, qué corte de royo, joder.
-         Lo siento. – Le susurro a la chica.
-         No te preocupes, esto me ha puesto muchísimo. – Me dice mientras comienza a toquetearme abajo.

Dios... Voy a tener que decirle a mi madre que me interrumpa más veces. Uf... Lo malo será la charlita de esta noche; pero ahora tengo que aprovechar.

C.

viernes, 8 de octubre de 2010

2. KEVIN

-         Kevin, contesta a la pregunta, por favor. – Aparto mi vista del tanga de la chica de delante para mirar a la horripilante cara de la profesora, ¿cómo puede ser tan fea?
-         Eh... Claro. – Miro el libro de Lucas de reojo; pero está tan perdido como yo. - ¿La caída del Imperio Romano? 
-         Sí, es... correcto. - ¿¡He acertado!? ¡Pero si he dicho lo primero que he leído en el libro!

Dios, la cara que se le ha quedado a todo el mundo es para una foto. Nadie, absolutamente nadie, esperaba que acertara... ni siquiera yo. Madre mía, creo que hoy debería jugar a la lotería, seguro que me tocaba algo.

-         Tío, ¿lo sabías? – Me susurra Lucas.
-         No. Esto es increíble...
-         Oye, Kevin, ¿te importaría acompañarme esta tarde a mi casa y me ayudas con historia? Soy un desastre y veo que a ti se te da bien. - ¿Lidia y yo a solas? Ay, Dios...
-         Claro, será un placer. Espérame al terminar las clases en la puerta principal. – Y cuando se vuelve a girar hacia delante, le digo a Lucas – Tío, tío, tío... Esto es más que increíble, ¡es impresionante! Hoy es mi día de suerte.
-         No, si ya lo veo. – Me sonríe.

Suena el timbre en señal de que toca comedor. Bien, ahora es mi oportunidad de seguir con el vídeo que estoy haciendo para Lucas. Pronto será su cumpleaños y creo que es un buen regalo. Pero preguntar a todo el mundo qué piensan sobre él es bastante pesado, sobre todo si la mayoría dice “está muy bueno”. En realidad, ya solo me faltaban unas pocas opiniones más.

-         Oye, Lucas, nos vemos luego, ¿vale? Es que ahora tengo unos asuntillos pendientes.
-         Claro. – Me da una palmada en el hombro - Hasta luego, chico con suerte.

Salgo de la clase y me acerco al primer grupo de chicas que veo, con ellas será más que suficiente.

-         Perdonad, chicas, ¿podríais responderme a una pregunta? Es para un video-regalo. – Las cinco asintieron – Bien, ¿qué pensáis de Lucas?
-         ¿Lucas “el buenorro”? Madre mía, ese chico es guapísimo.
-         Y muy simpático.
-         Y tan dulce...
-         Además de tener un cuerpazo. – Solo les falta decir: “es Dios”, madre mía.
-         Yo quiero dedicarle unas palabras que lo definirían muy bien: - La señalo con la cámara especialmente a ella – Cabrón, manipulador y engreído. Por cierto, feliz cumpleaños, Lucas.

Apago la cámara y miro a la chica. Es la única de toda la gente a la que he preguntado que opina mal sobre mi mejor amigo. ¿Será una con las que se ha acostado y después ha dejado tirada? Seguramente, por que la chica es realmente guapa. Aún así, será un punto gracioso añadir ese comentario al final del video. Seguro que Lucas se reirá, suele hacerlo cuando le dicen ese tipo de cosas.

-         Muchas gracias, chicas. Habéis sido de gran ayuda. – Le dedico una sonrisa a todas y comienzo a andar hacia mi taquilla.
-         ¿Por qué has dicho eso? ¿Estás loca? ¡Lucas es el tío perfecto! – Oigo que le dice indignada una de las chicas a la última que ha opinado – Además, ahora no te invitará a su cumpleaños, por tonta.

Río entre dientes al oír eso. La verdad es que el cumpleaños de Lucas es tan esperado como la fiesta de nochevieja. A mí lo que más me sorprende es ver como hay personas que incluso lloran cuando no son invitados... Parece que estén en un concurso, todos están nominados para ir o no a la fiesta y algunos son eliminados finalmente. Lo peor es que si estás entre esos, eres un fracasado. Y nadie quiere serlo, evidentemente. 
Ahora que lo recuerdo, la del año pasado fue increíble. La gente habló de ella durante meses y aún hoy, después de casi un año, siguen recordando algunos momentos. Lo que no se me va a olvidar a mí es el trabajo del día siguiente para limpiarlo todo antes de que llegara sus padres.
Una palmada en el hombro me saca de mi ensimismamiento.

-         Vamos, Kevin, despierta.
-         Ah, hola, Andrea. - ¿Cómo podía estar siempre tan guapa?
-         ¿No vas a comer? - ¿De verdad se ha fijado en que no he ido?
-         Sí, iba a ir ahora. – Le indico mientras dejo la cámara de video en la mochila. - ¿Comemos juntos?
-         Me encantaría, pero acabo de terminar. Aún así, he visto a tu amiguito Lucas por allí. – Mierda, mi día de suerte ya no lo es tanto. 
-         Eh... Vale, bueno, entonces nos vemos luego, si quieres.
-         Claro. – Y no sé por qué, le doy un abrazo.
Al darme cuenta de lo que he hecho, corro hacia el comedor, sin mirar hacia ella. Prefiero no saber su reacción. Dios, ¿cómo puede ser tan agradable abrazar a alguien? Olía tan bien... Mierda, ya estoy otra vez con mis tonterías. Pero es que ya no sé cómo ocultarlo, Andrea me gusta de verdad. Y me refiero a que quiero mantener una relación estable con ella, no solo sexo... Bueno, aunque eso también estaría bien, no lo niego; pero quiero más que eso. Y es que tiene todo lo que siempre he querido en una chica. Madre mía, que subnormal me pongo cuando pienso en ella, parezco un zombi sonriente.

C.